domingo, 22 de marzo de 2009

AMOR, SEXO Y EROTISMO FEMENINO







AMOR, SEXO Y EROTISMO FEMENINO
(por la sicóloga Floréense Thomas)

Entendemos que el amor es la revelación de la libertad ajena y como dice Octavio Paz, nada es más difícil que reconocer la libertad del otro, sobre todo cuando el otro es una persona que se ama y se desea. Amar es atreverse a querer al otro en su libertad y la única fidelidad que deberíamos aprender a exigir del otro es la fidelidad a él mismo. Es duro y largo comprender que sin riesgo no hay amor; es duro y largo comprender que el amor no otorga ningún poder, ninguna apropiación y aceptar que el cuerpo, los músculos, la piel, la biología están ahí ligando las caricias y se penetran; pero que la historia, el pasado y la memoria son impenetrables.
El amor enjaulado, encarcelado, se muere pues necesita que todos los posibles sigan presentes en cada momento. Elegir carecería de sentido si no se realizara cada mañana y dentro de los espacios ilimitados de la libertad.
Cuando los hombres acepten acompañarnos en el silencio mismo de la vida, entonces ustedes y nosotras, hombres y mujeres, sabremos sorprendernos mutuamente de nuevo.
Si cuando dejen de mirar su sexo erecto como única promesa para nosotras, cómo única confesión de su hombría, cómo único futuro, entonces empezaremos a creer otra vez en lo imposible. Y me pregunto, cómo han podido dudar tanto de sí mismos como hombres, para colocar todo el contenido de esta palabra "hombre" tan inmensa, tan bella , tan redonda, tan plena, en la sola punta de su sexo; ahí abajo de su vientre, como si fuera lo único seguro que tienen. ¡Por favor! ... Si supieran como a veces nos arrancan sonrisas nostálgicas de compasión.. si supieran como nosotras las mujeres vemos las cosas bajo otro ángulo... tal vez porque las vemos de frente...
Ciegos, hombres ciegos. Como si por haber colocado todo el contenido del deseo en la punta se su sexo,, no fueran capaces de ver más allá.
Cuando los miramos, les hablamos, los escuchamos, sentimos a veces tristeza que nos quieran encerrar en sus límites, en su soledad de hombres, pero a la hora de la verdad, a la hora de encontrarse consigo mismos a través de un abrazo amoroso, no encuentran sino la muerte, siempre la muerte...
Ahí en ese asombro de estar juntos, de saber que los dos somos por fin esa imagen reunida del hombre-mujer, de entender entonces la magia del silencio o de la palabra.
Si, definitivamente olvidémonos un rato del orgasmo e inventemos nuestro orgasmo; sólo así cobrará su verdadero sentido subversivo y libertario.
Lo nuestro no es una eyaculación, es algo más misterioso y profundo. Cuando nos habitan, entonces nos volvemos mujer-hombre; ese todo reencontrado a través de este acoger, de esta dilatación rítmica y musical en la cual toda división se pierde, en la cual ya no sabemos donde empieza la piel de una y termina la piel del otro; desaparecen los límites y nace de nuevo esa simbiosis esencial de todo principio de vida, cuando nuestra células no eran todavía femeninas ni masculinas, sino vida, sólo vida... Entonces es cuando entendemos que el acto sexual es el que reconcilia todos los momentos, que unifica todo lo que es fragmentario, disperso confuso, limitado, roto... ese "acto" que puede ser "no acto" sino lenguaje, caricia, música... Por eso detestamos también su retirada violenta de hombre satisfecho y a la vez muerto que vuelve a separar todo lo reunido...
Hombres dejen el afán, tienen una eternidad adelante para dormir y estar solos; dejen ese disfraz de "hombre Marlboro". reconozcan el instante y háganlo durar. El afán es el Barba Azul del erotismo.
Entiendan que no tenemos ganas de seguir aprendiendo a morir con ustedes. Lo que queremos, lo que anhelamos es encontrarnos con la risa, con el deseo feliz, con las cosas ricas de este mundo desencantado, con una cierta ternura impulsiva que nos gusta, que amamos profundamente. Tal vez a través de su sexo lo que queremos, ante todo, es encontrar por fin el lugar de nuestras verdaderas nupcias.

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